Hoy vengo a dar candela a mis compis copywriters en concreto. Y, por extensión, a quienes vivís de escribir. Sea poesía, narrativa, textos de venta, noticias o redacción más técnica.
Puntualizo: no a los que queréis hacerlo. A los que ya estáis en ello.
Truqui – consejo: si quieres vivir de escribir, no caigas en las redes de ningún gurú.
Bueno, al lío: de un tiempo a esta parte, me he dado cuenta de que muchos copywriters consideran que con publicar en LinkedIn les vale. Ya lo tienen todo hecho: no necesitan web.
– ¿Pa’qué? – se repiten sin creérselo mucho en el fondo. Las cosas como son.
Tener una web da curro, lo sé. Pero nadie dijo que esto fuera fácil (o gratis)
Y es que, solo de pensar en tener una web, te frustras porque luego hay que:
- Nutrir de contenido el blog para hacer buenas migas con el SEO, Google y la madre que trajo al Algoritmo Helpful Content.
- Poner en marcha el newsletter y aprender (o subcontratar, gran opción) la gestión del programa de email marketing de turno.
- Realizar 4 cositas básicas de mantenimiento a la web cada “equis” tiempo. Para que los malotes cibernéticos no entren por la puerta trasera y te la líen parda.
Redes sociales: ¿amigas o el mayor enemigo que puedas tener?
Total, que vives en tu oasis de felicidad en la red social de turno: LinkedIn, Instagram. La que sea.
Y no te paras a pensar que igual que desaparecieron Tuenti, Myspace, Fotolog o Vine – minuto de silencio, ¡por favor! -, lo mismo puede pasar con LinkedIn, Instagram o donde quiera que tengas más fans / seguidores / contactos / nubes de humo.
Y digo “nubes de humo” porque, si no aprovechas las redes para lo que en realidad valen, tus contactos pueden irse como vinieron: con el viento. ¡Flash! Ya no están.
– Shicaaa que diiiishes – que diría Rosalía -, tratrá.
Pues mira, digo que:
- ¿No sería mejor tener agrupadito todo tu contenido en una web en la que haces, deshaces, quitas y pones a tu gusto?
- Mucho hablamos los redactores persuasivos de embudos. Y luego, el único que usamos es el del pueblo cuando vamos a la bodega del tío Manolo.
- Quizá estás desaprovechando la mayor ventaja de las redes sociales.
Las redes sociales sociales: el atajo perfecto hacia tu web
Esto es como el Juego de la Oca: de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente.
Y si te has ganado la simpatía y confianza de tu audiencia en redes:
De LinkedIn a tu blog, y de tu blog a tu lista de suscriptores. Y a tirar mail (en vez de dados).
Que para algo te han dejado su correo electrónic-oh!
Así de simple. Txim-pún.
Y luego ya viene la estrategia. Porque sin estrategia no hay paraíso, darling.
No se trata de mandar mails a lo loco. Como la vida, todo tiene que tener un sentido, un objetivo, una lógica.
Y la lógica, ¿a dónde lleva?
¡Eso es! Del email a tu web. A esa página de ventas, de reserva de una consultoría gratuita, de un infoproducto…
Porque la carterita, ya sabes, se calienta en las distancias cortas. Y el email marketing es el equivalente virtual al roce del mundo real.
Conclusión: sin web propia, no hay paraíso
– Vaya, pues todo eso que dices no lo puedo hacer porque “mí-no-tener-web” – estarás pensando.
Ojo que no significa que tengas que pirarte de las redes. Pero no debes olvidar los 2 principales beneficios que nos ofrecen:
- Socializar: lo que en el mundo real es hacer amigos o darte a conocer. Algo que muchos negocios olvidan. Y solo se dedican a bombardear con su contenido sin potenciar lo más importante: la interacción, la conversación.
Porque así es como se crean las relaciones: socializando.
Por algo se llaman redes SOCIALES 😉. - Enviar tráfico a tu web: lo que en la vida real sería llevar al huerto, triunfar una noche que sales. ¡Bola extra, U know!
Sin web propia no hay juego de cortejo posible en tu casita 😜.
Es como cuando vivías con tus padres: su casa, sus normas.
Así que ya sabes: está genial partir la pana redactando mails estupendos para otros negocios.
Pero si te falta una web a la altura con TU lista de suscriptores… MEEEC!
¡Ah! ¿Que te has hecho un formulario en Drive y tiras millas con él? 😐
No me voy a parar a explicarte lo de:
– la política de privacidad.
– el uso que haces de los datos.
– los consentimientos y demás rollos legales…
Pero quizá te hayas metido en un lío muy gordo que no ves venir. Y tiene una solución muy sencilla: tener tu propia web.
Ya para terminar: ¿te has parado a pensar por qué lo llamamos “lista” de suscriptores?
Yo acabo de hacerlo.
Quizá porque es cosa de copys y escritoras inteligentes tener una en su web 🤭
Por cierto… ¿Te apuntas a la mía? Es por aquí.
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¿Quieres saber cómo puedes cambiar de «profesional de la escritura sin techo digital» a tener un chaletazo en forma de web?
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